Emilio Ordiz: «España tiene a los mejores corresponsales en Bruselas»
En este proyecto sobre las elecciones europeas era imprescindible contar con una voz periodística que sirva de contrapunto a las reflexiones de políticos e historiadores. Emilio Ordiz (1995) es corresponsal del diario ’20 minutos’ en Bruselas y un profesional de la comunicación de los asuntos políticos que se cuecen en Europa. Sinceramente, estas semanas, para llevar a cabo mi proyecto, me he documentado con sus artículos quirúrgicos sobre la Unión Europea (UE) y las inminentes elecciones.
En la conversación, hemos profundizado sobre la desinformación, sus peligros, cómo afecta y cómo se puede combatir. Además, se ha mostrado muy sincero afirmando que la sociedad también debe poner de su parte para estar implicada en los asuntos públicos, ya que no todo depende de los políticos o de los informadores. Ordiz sostiene, por otra parte, que los jóvenes son los más preparados para detectar los bulos de las redes sociales y que en estos últimos 5 años, pandemia y guerra de por medio, la Unión Europea ha mostrado su valía. Una charla muy interesante y que aporta nuevas reflexiones a ‘Generación Z y las Elecciones Europeas’.
¿En qué momento, como periodista, se empezó a interesar por los asuntos europeos?
A mí me empezó a picar el el gusanillo de los temas europeos en la carrera de Periodismo. En mi máster, me especialicé en Europa y desde 2019, justo cuando se celebraron las anteriores elecciones europeas, me quedé como corresponsal de asuntos europeos del diario ’20 minutos’, primero desde Madrid y desde hace 1 año en Bruselas.
¿ Y recuerda el punto de inflexión para decidir orientar su carrera a la Unión Europea?
Fue progresivo. Empiezas la carrera con el mantra del periodismo deportivo, pero yo lo acabé desterrando. Poco a poco, te vas interesando por cómo funciona la política en otros países, por cómo funcionan las instituciones europeas…También había una especie de nicho de oportunidad, nadie se fija en la Unión Europea como un tema de primera línea. No lo es. Ahora hay cada vez más interés, sobre todo estos últimos 5 años. Pero nunca ha sido demasiado sexy dedicarte a los asuntos europeos porque además es muy técnico. Tienes que saber de muchas cosas, fijarte mucho en los detalles.
A las puertas de unas elecciones, la desinformación siempre es algo a tener en cuenta. ¿Cuáles son las consecuencias de la desinformación para las elecciones europeas que se avecinan?
Ahora, sobre todo, nos estamos centrando en la desinformación procedente de Rusia. En las dinámicas en torno a la guerra de Ucrania, en cómo desde Rusia se intenta dividir a la UE en dos partes para que no mantenga la ayuda a Ucrania. El tema de las injerencias rusas y la desinformación, con toda la implicación que puede tener incluso la inteligencia artificial, es el principal foco de conflicto en cuanto a la desinformación. Yo siempre pongo el mismo ejemplo para que la gente se dé cuenta de cómo la desinformación te cambia las dinámicas internacionales: el Brexit. Cuando se convocó el referéndum, la Unión Europea no hizo campaña fuera del Reino Unido por la permanencia del Reino Unido en la Unión. Recuerdo hablar con expertos que me decían que, ya solo el mensaje, es muy llamativo. La palabra brexit es corta, es directa. Apela a un componente de que nos están sujetando con una soga: así que vamos a deshacernos de esa soga. Al final se ha visto que les ha salido mal la jugada a nivel de país y a nivel de discurso político. La idea de salir de la Unión Europea ya no cala y ya no se va a utilizar en esta campaña electoral. Entonces, la desinformación, creo que hay que explicarla desde ejemplos tangibles. Si hay desinformación, sucede esto (consecuencias del Brexit). Y no es algo coyuntural de decir que tenemos que trabajar contra la desinformación porque hay elecciones. No, es un fenómeno constante que necesita una respuesta constante.
En efecto, la lucha contra la desinformación es una de las batallas de la UE. ¿Cree que se puede hacer algo más para erradicarla?
Acabar con ella es imposible. La batalla no puede ser dejar la desinformación en cero, porque hay un componente también amplificador cuando tú combates la desinformación, es decir, combatir la desinformación supone per se situarla en el foco. Entonces, llega un punto en el que tienes que medir muy bien si entrar o no al combate de tú desinformas, yo te desmonto el bulo. Lo que hay que hacer es alejarse un poco de ese choque y explicar muy bien la Unión Europea, qué puede hacer y qué no, hasta dónde llegan sus competencias y qué ha conseguido hacer sobre todo estos últimos 5 años. Esta última legislatura es muy buen ejemplo para demostrarle a la gente que se pueden hacer las cosas bien. Evidentemente, con la cantidad de asuntos que se han abordado, es perfectamente comprensible que se hayan cometido errores políticos, legislativos. Pero creo que esta legislatura sirve para decirle a la gente que tenemos fondos de recuperación porque se han pactado a nivel europeo. Te vacunaron contra el COVID porque se pactó a nivel europeo hacerlo en común. Tenemos una ley pionera de inteligencia artificial porque se pacta a nivel europeo. Se está trabajando para ser más rápidos en la toma de decisiones, por ejemplo con las acciones contra Rusia. Combatir la desinformación es más productivo si se hace desde una reivindicación de las cosas que hace la Unión Europea. Y también explicar que hay algunas que se pueden hacer mejor y cómo se pueden hacer mejor. Creo que ser didácticos es la clave.
Se han hecho cosas bastante bien, sin duda. Lo que no sé es si se ha transmitido de forma correcta o si gran parte de la sociedad es consciente de que se han hecho estas cosas bien. No sé si les ha llegado claramente este mensaje.
Yo aquí tengo una visión políticamente incorrecta. Creo que es una responsabilidad compartida. Creo que España, por ejemplo, tiene los mejores corresponsales en Bruselas. Si nosotros hacemos nuestra parte del trabajo, que es informar sobre la Unión Europea y los medios dan cada vez más espacio a temas europeos, hacemos una parte del trabajo, pero la otra parte del trabajo la tiene que hacer la gente e informarse. Yo no puedo obligar al receptor del mensaje a que lea el mensaje. Debe haber una proactividad por parte de los lectores para informarse sobre asuntos europeos. Creo que todavía hay esa brecha. Es grande, pero se está reduciendo poco a poco, muy despacio, picando muchas piedras, pero estamos en ello.
¿Cuáles son los bulos más extendidos ahora mismo sobre la Unión Europea?
Un tópico que intento desmontar cada vez que puedo es el tema de que la Unión Europea roba soberanía a los Estados miembros, cuando son los Estados miembros los que pactan además por unanimidad ceder competencias. A la Unión Europea, si un Estado miembro se levanta y dice: yo esta competencia no la quiero ceder. No se cede, por mucho que haya 26 que estén a favor. Si uno está en contra no se cede, no se firma un nuevo tratado. Y eso tiene que quedar claro, no llega un hombre de negro y te pone una pistola en la cabeza y te dice: Soy Bruselas, cédeme competencias. No funciona así. La UE hoy en día es 80% intergubernamental. La mayoría, la inmensa mayoría de las decisiones las siguen tomando los países y dentro de eso, la inmensa mayoría de esas decisiones se tienen que tomar por unanimidad.
Hay personas que opinan que los europarlamentarios se llevan un sueldo muy alto sin trabajar mucho. ¿Es un bulo?
Yo invitaría a la gente a venir una semana a Estrasburgo, a un pleno. Estar aquí los 3 días y medio que dura el Pleno y les ponemos delante la lista de trabajo que tienen los diputados. Yo he cubierto política nacional antes de venir a Bruselas. Y no digo que los diputados en el Congreso o los senadores no trabajen, pero de verdad que el ritmo de trabajo en el Parlamento Europeo es muchas veces inasumible. Además, puedo contar una anécdota porque es público. Cuando se estaba negociando la ley de inteligencia artificial, en el proceso de negociación entre los Estados Miembros, el Parlamento Europeo y la Comisión Europea se superaron las 36 horas de negociación. Con un descanso de 6 horas y una noche para poder poder descansar. Esto te deja a lo mejor una negociación activa de 30 horas. Estar día y medio negociando es algo que solo sucede en el Parlamento Europeo o en el Consejo cuando hay cumbres importantes. Ese bulo sí que es más difícil de desmontar porque tienes que venir aquí y ver el ritmo de trabajo.
¿Cuánto afecta la desinformación a los jóvenes a la hora de votar en las europeas?
Voy a salirme un poco de la que creo que es la opinión general. Creo que los jóvenes somos el sector que menos se deja llevar por la desinformación a nivel de Unión Europea, porque creo que hay una concienciación bastante grande con el concepto de ser europeo. También es verdad que hay una parte mala, que es que somos generaciones que damos por hecho a la Unión Europea porque ya nacimos en ella. Es decir, la gente que nació a principios de los 90 nacieron con España ya dentro de la Unión. Pero la realidad es que los jóvenes son el grupo de edad o de los grupos de edad que más votan en las elecciones europeas. Hay que seguir apelando al voto joven. Hay que seguir siendo originales en la llamada al voto para que los jóvenes sigan participando. Pero la buena participación de 2019, que fue de un 51% en toda la Unión Europea, vino dada porque los mayores incrementos se dieron en los grupos de edad de los más jóvenes. Entonces creo que somos los mejor preparados para no dejarnos llevar por la desinformación. Evidentemente, siempre hay grupúsculos en los que no se puede calar el mensaje proeuropeo, pero en general yo no veo un gran drama ahí.
¿El auge de las redes sociales ayuda o perjudica a que los jóvenes estén más implicados en los asuntos europeos? La UE sabe que son una forma muy efectiva de llegar a los jóvenes, pero quizá las redes hacen que los jóvenes tengan una visión negativa de las instituciones europeas, precisamente porque es terreno fértil para la desinformación.
Creo que, como estamos casi todos los jóvenes adictos a las redes sociales, entendemos mejor las dinámicas y sabemos gestionar mejor todo el tema de la desinformación. Evidentemente son un entorno muy tóxico, electoralmente hablando. En España en concreto la situación tampoco ayuda porque cada vez vamos hacia un escenario de mayor polarización, en el que en la campaña ya se está viendo que los partidos solo hablan de los temas nacionales. Sin embargo, un auge de las redes sociales no necesariamente tiene por qué ser malo para movilizar a los jóvenes. De hecho, la campaña que lanzó la oficina del Parlamento Europeo en España de las leyes no escritas es una buena muestra de que si eres mínimamente original, tienes un poder de atracción que esquiva la desinformación. Creo que hay que encontrar un equilibrio entre usar para bien las redes sociales y a la vez tener un poco la alarma medio encendida para identificar los bulos.
A nivel comunicativo, ¿qué más pueden hacer las instituciones europeas para acercarse más a la Generación Z?
Aparte de un uso, ya no te diría mayor, sino mejor de las redes sociales. Creo que la llamada a la implicación de la gente joven es algo a mejorar. Por ejemplo, reivindicar la iniciativa ciudadana europea, que es una herramienta que aunque no sea cien por cien útil, sí que es una vía interesante para que los jóvenes hagan llegar sus propuestas, en este caso a la Comisión Europea. Algo que se está haciendo bien es tratar de rejuvenecer el Parlamento Europeo. Antes el relato que existía era que el Parlamento Europeo era un cementerio de elefantes. Es decir, la gente que ya estaba amortizada en la política nacional se iba a Bruselas. Ahora creo que es al revés. Creo que el Parlamento Europeo se está convirtiendo en una cantera de políticos a nivel europeo. Y eso es bueno, porque si el joven de turno ve que la participación en política viene de parte de gente cercana a su grupo de edad, le va a llamar a participar en política europea.
Entonces, por lo que hemos hablado, no vas a votar el 9 de junio en las elecciones…
Votaré, haremos el proceso de votar desde fuera de España, que a veces puede ser un poco tedioso, pero sí, por supuesto. Y espero que la gente, después de estos 5 años, entienda la importancia de votar.